LISBOA
Cuando decidí estudiar Arquitectura…
…Era consciente que iba aprender un idioma nuevo. Que había un nuevo abecedario por explorar y todo un vocabulario por descubrir. Esas narrativas arquitectónicas serían un reto futuro y la poesía espacial, una ráfaga casi quimérica.
…Tuve que abandonar el medio rural y mudarme a una gran ciudad. Había todo un nuevo código social y artístico que me inquietaba. Nunca había comido fast food, solo comida casera de Milha [mi tercera abuela]. No cogía el metro, caminando llegaba a donde quería. No compraba en Zara, mi madre me tejía los jerséis de lana que esbozaba. Nunca había ido a un gran concierto, escuchaba fado y bossa nova. No conocía a Italvo Calvino, a Walter Benjamin o a Peter Brook, leía el libro de recetas de mi abuela escrito por ella, el periódico “Expresso” de mi padre en los fines de semana y los libros “robados” a mi tía de Milan Kundera, Mía Coto, Fernando Pessoa o Gabriel García Márquez todos los veranos. Nunca había vivido en un edificio, con vecinos encima, abajo y a los lados… El espacio amplio me era familiar pero la dimensión mínima, no. Este cambio de escala fue fundamental para casi todas mis primeras veces urbanas. Y lo que más me encantaba era el anonimato y poder ir regularmente al Teatro.
…Pensaba que comparativamente con mis compañeros de universidad, me faltaba Mundo. Me callaba. Escuchaba mucho e investigaba todo que me resultaba extraño. Tuteaba a lo desconocido con curiosidad. Afirmaba mi identidad. Ampliaba mis referencias. Construía mi ética urbana y rural. Me perdía constantemente en la ciudad… Quizás un intento para Rencontrarme.
Las ruinas siempre me intrigaron y en mi último año de carrera quería elegir, como especialidad, Restauración Arquitectónica, pero el profesor que impartía esta asignatura no era el profesor que quería. Pospongo mi intención inicial, elijo Urbanismo [o quizás Humanismo] y me quedo con el Maestro Manuel Taínha. Un Señor. Sus historias nos atrapaban desde del primer momento. Al contrario de otros años, me encuentro con un profesor mayor, tranquilamente seguro y cuya rebeldía se hacía notar en cada uno de sus proyectos, y no en palabras agridulces comunes a otros profesores. Era capaz de enseñarnos arquitectura a través de los ingredientes de una pizza. Un día terminó una clase afirmando: “Nosotros los arquitectos, no somos Nadie antes de los 40. A partir de ahí ya tenemos alguna experiencia para crear algo sólido, pero hay que querer seguir aprendiendo… Aunque, sepamos [siempre] más de lo que imaginemos”.
Arquitectura y Vida siempre de la mano… Y con esta frase resonando en mi cabeza seguí el viaje.
ANGOLA
Termino la carrera en Lisboa y junto con otras tres compañeras decido estudiar un Máster en Recuperación Arquitectónica en la Universidad Politécnica de Madrid. Mi primera experiencia de más de un mes, más allá de la frontera. Sin saberlo, estaba preparando mi próxima Aventura. La más transformadora humanamente… Termino el Máster y, a través de una amiga de infancia, me sale la oportunidad de trabajar con un equipo pluridisciplinar en Angola. El desafío era tremendo, reconstruir las ciudades destruidas por la guerra. Lo desconocido que emergía de la postguerra me esperaba.
En África aprendí que cada hora tiene más de 60 minutos, que la luna es más luminosa que el sol, que éste nace al revés, que nos podemos duchar con un litro y medio de agua, que compartir es el kit de supervivencia, que los espacios arquitectónicos más interesantes salen de la necesidad de uno, que mañana es hoy, y que activar la Actitud Creativa es fundamental para construir Nuevos Mundos.
MADRID
Terminada la aventura Africana, regreso a Madrid. Sigo trabajando como arquitecta entre Portugal y España, y vuelvo a estudiar. Primero escenografía y después artes visuales y performativas en el Museo Reina Sofía. Me sumerjo en un universo performativo que me era ajeno, el foco empieza a ser el cuerpo, la acción, la experimentación, la palabra, el gesto, el otro o uno mismo pero no el espacio abstracto. Imparto clases y a la par colaboro con diferentes colectivos de investigación artística, participo y acompaño diferentes procesos creativos que me presentan a la ARQUITECTURA EXPANDIDA. Dónde por fin, me siento en casa. La gran escala del urbanismo, ya no me ilusiona. Mi gran inquietud a partir de ese momento era la pequeña escala, trabajar para un rostro específico, para un habitar particular…Intimar con el otro para generar espacios privados, era el gran objetivo. Así empezó mi acercamiento al interiorismo, al otro, desde del cruce y el dialogo de todas estas disciplinas que había habitado por diferentes espacios de tiempo: la llamada TRANSDISCIPLINAREIDAD dialéctica. Atravieso todas esas disciplinas, “a través de”, y continúo más allá de ellas para descubrir y proponer un habitar con identidad. En cada propuesta trabajo el enraizamiento, la funcionalidad, la identidad, la [in]visibilidad, la estética, la sostenibilidad y el buen hacer. Mis objetos de autor son artesanales y duraderos, con un enfoque ecléctico, performativo y una poética única. Mis propuestas arquitectónicas, están repletas de detalles artesanales que buscan la simplicidad y reconvierten la tosquedad en delicadeza extrema. Me centro en el diseño lento e invito a mis clientes a ser partícipes activos del proceso creativo, dónde mi presencia es casi invisible, infra-fina y su forma de habitar protagonista.
Más que un servicio, un producto, o una pieza, busco siempre un estado por definir.