“Existe una grieta en todo. Así es como la Luz logra entrar”.
Leonard Cohen
¿Y si empezamos a valorar el imperfecto, el inacabado, el impermanente y el asimétrico?
Es lo que hace Wabi-Sabi, una filosofía que utiliza la fugacidad de la vida para transmitir belleza, para evocar impermanencia sobre todas las cosas, que acepta el ciclo natural de la vida, descubre y valora la belleza de la imperfección.
El término Wabi-Sabi no solo es intraducible, sino que es considerado indefinible en la cultura japonesa. A menudo se murmura Wabi-Sabi en momentos de profunda contemplación y casi siempre se complementa con la palabra «¡muri!» (¡imposible!) si alguien pide que explique a qué se refiere. Así, la frase ofrece una particular forma del ver el mundo.
Wabi-Sabi es un término que se originó en el taoísmo durante la dinastía Song en China (960 -1279) y luego se transmitió al budismo zen.
Según Leonard Koren, autor del libro Wabi-Sabi: for Artists, Designers, Poets and Philosophers, se refiere a aquella belleza imperfecta, impermanente e incompleta. Algunas características de la estética Wabi-Sabi son la asimetría, aspereza, sencillez o ingenuidad, modestia e intimidad, y sugiere además un proceso natural. Evoca la Belleza de las cosa No Convencionales.
En el ámbito de la Arquitectura su foco son las personas que viven el espacio, más que cualquier otro objeto. Valora los materiales naturales, los cromatismos neutros, los acabados irregulares y artesanales. Busca la autenticidad de forma natural y orgánica asumiendo las fallas de cada materia, espacio u objeto pueda tener con el paso del tiempo. El desgaste, la oxidación de los materiales desvelan camadas de colores y texturas llenas de memorias que hace cada espacio u objeto único. Al tener bases del minimalismo, una interiorismo Wabi-Sabi se aleja de los excesos y se busca un equilibrio entre lo sobrio y elegante sin llegar al extremo de la ausencia de los objetos. Los espacios deben ser abiertos y se debe percibir una sensación de movimiento en ellos, en los que se perciba la sensación de aire tal y como es la vida misma.

Una de las características principales del estilo Wabi-Sabi, es el uso de materiales naturales que además respeten su forma de origen. La madera en su estado más puro es sin lugar a dudas la protagonista de todos los espacios de la casa y se acompaña de fibras como el lino, el bambú o el yute. Los revestimientos para conseguir el efecto del estilo wabi sabi, deben ser poco tratados. Los predilectos para los pisos son la madera y el concreto, pero no se les aplican procedimientos de abrillantamiento ni pulidos extremos, se dejan con las imperfecciones características de los propios materiales. Los acabados de los muebles y los revestimientos no buscan ser perfectos, al contrario, tratan de mostrar sus imperfecciones y el diseño se enriquece gracias a la combinación de las diferentes texturas y matices que cada pieza ofrece al conjunto, lo que lo convierte en un estilo muy especial. Las formas asimétricas son las preferidas así como tampoco hay un orden riguroso para distribuir los muebles ni los accesorios como por ejemplo los cuadros en la pared. La madera es la protagonista de los espacios, pues se manifiesta en pisos, paredes, techos y desde luego los muebles. Los metales también son muy utilizados para el mobiliario.
En los espacios interiores abundan los objetos y piezas de carácter sumamente personal que cuenten tu historia y la de los objetos. Estas piezas suelen ser sencillas, orgánicas y con un toque nostálgico, de ahí que se empleen elementos u objetos reciclados o que hayan pasado de generaciones en la familia. También es muy común que algunas piezas sean hechas por nosotr@s mismos lo que garantiza su originalidad y autenticidad que a su vez mostrarán alguna (im) perfección.
Esta filosofía aplicada al espacio llévanos al enraizamiento a través de nuestra casa, a habitarnos a nosotr@s mismos y a trasladar ese vivir para el espacio que habitamos. Cada casa cuenta una historia. Es nuestro templo y nos encontramos con y en ella. Empecemos por nuestra casa y lleguemos a nosotr@s: asumir y encontrar belleza en ¡nuestra perfecta imperfección!